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Curso de verano de natación: magia, aprendizaje y diversión en Acuática Santa María

  • retanapaty
  • 23 jun
  • 3 Min. de lectura

El verano huele a cloro fresco, suena a carcajadas que r

ebotan en el agua y brilla con la emoción de un primer clavado. Cada temporada, la alberca de Acuática Santa María se convierte en un pequeño universo azul donde los días se estiran entre brazadas, nuevos amigos y logros que se cuentan con orgullo en la hora de la comida. Aquí, un curso de verano no es una simple actividad extra; es la llave maestra que abre la puerta a la salud, la autoconfianza y el recuerdo imborrable de “aquella vez que aprendí a flotar sin miedo”.

Desde que los peques cruzan el torno de entrada, todo está dispuesto para que exploren el agua con absoluta seguridad: temperatura constante de 30 °C, y un equipo de entrenadores certificados que conocen cada etapa del desarrollo motriz infantil como la palma de su mano. 

Los recién llegados descubren que nadar fortalece corazón y pulmones mientras la imaginación corre libre entre aros multicolores y pelotas que se transforman en planetas; los intermedios pulen técnica y velocidad hasta que la superficie deja de ser un espejo tranquilo y se convierte en autopista de estelas brillantes; los más avanzados entienden la palabra disciplina con el crono en mano y el aplauso de sus compañeros resonando en las gradas.

Pero la magia va más allá de las habilidades físicas. Cada inmersión despierta conexiones neuronales que impulsan la coordinación, la concentración y la resolución de problemas; cada reto superado —quitarse los flotadores, lanzarse de pie, llegar primero a la línea negra— siembra una dosis de autoestima que florece también en el salón de clases. Y hay un regalo extra que ningún videojuego otorga: las amistades forjadas entre chorros de agua, competencias amistosas y coreografías improvisadas para la exhibición de clausura.

El encanto de Acuática Santa María celebra el ambiente familiar de la sede de Santa María la Ribera en Ciudad de México y la vibra tropical del recinto de Puerto Vallarta, donde la brisa marina acompaña los entrenamientos de aguas abiertas. Ambas instalaciones comparten un mismo sello: limpieza impecable, vestidores cómodos y personal capacitado en primeros auxilios y RCP. 

Durante el curso, las mañanas arrancan con juegos de adaptación, las tardes se reservan para perfeccionar estilos y los viernes explotan con días temáticos —desde el “Splash de Colores” hasta el célebre “Desfile de Gorros Locos”— que llenan las historias de Instagram de recuerdos empapados de alegría.

Para las familias, el beneficio rebota en todas direcciones. Los más pequeños llegan a casa cansados de manera sana y duermen como troncos; los padres disfrutan un par de horas para avanzar en pendientes o tomar un café sin interrupciones; los abuelos sonríen al ver cómo sus nietos aprenden una habilidad que nunca caduca. Y, claro, nada iguala la tranquilidad de saber que, sea en una fiesta junto a la alberca o en las vacaciones de playa, los chicos dominan las nociones básicas de seguridad acuática.

Las inscripciones ya están abiertas y el cupo es limitado: basta un mensaje de WhatsApp o una visita rápida a la recepción para reservar el lugar que hará del verano 2025 una historia de agua clara, músculos fuertes y sonrisas gigantes. Porque en Acuática Santa María cada chapuzón cuenta, cada logro se celebra y cada niño —sin importar edad ni nivel— sale sintiéndose un campeón.

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